Comenzamos nuestra visita a Chiclana de la Frontera en el monumento dedicado al torero Paquiro, y allí el guía nos explicó la rocambolesca historia de este matador de toros que revolucionó el arte de Cúchares. Luego nos dirigimos a la Casa de los Briones, transformada en el Museo de Chiclana, donde pudimos contemplar restos fenicios y las maquetas de la Batalla de Chiclana contra los franceses, donde fueron frenados y no lograron entrar en Cádiz. Seguimos callejeando hasta que llegamos a la Iglesia Mayor de San Juan Bautista, de estilo neoclásico; en su interior estaba el besamanos del Cristo de Medinaceli.
Ya en la Plaza Mayor entramos en la magnífica Plaza de Abastos y después nos llevaron a visitar una bodega, en la que degustamos los maravillosos caldos que allí se producen. Como era la hora de comer, nos dirigimos al restaurante El Farito, y más tarde nos fuimos caminando hasta la playa de La Barrosa.
Regresamos a Sevilla con el sabor peculiar de Chiclana.