Este exótico arbolito o arbusto está muy poco representado en los parques de Sevilla. Había un viejo ejemplar en el Parque de María Luisa, en la Glorieta dedicada a Luis Montoto, que lamentablemente se marchitó el verano pasado, y existe otro que aún vive y que está situado al fondo de la Glorieta de Doña Sol. Procedentes de nuestro vivero, hemos plantado hasta la fecha dos ejemplares de esta especie: uno en el Club de Campo de Sevilla y otro en la zona ajardinada de la Parroquia de San Juan de Ávila, del barrio del Tiro de Línea.
El nombre científico de la acocantera o ciruelo de Kafir es Acokanthera oblongifolia (Hochst.) Codd, y pertenece a la familia de las Apocináceas. Es originaria del sur de África, concretamente de la zona que abarca desde la región meridional de Mozambique hasta Sudáfrica. Su crecimiento es lento y algunos ejemplares, en condiciones óptimas, llegan a superar los 5 metros de altura. Su copa por lo general es redonda pero muy densa, y está conformada por ramas bastante angulosas; su tronco suele ser corto y robusto y normalmente crece derecho; su corteza, de color grisáceo oscuro, presenta grietas irregulares. Suele soportar tanto las heladas y los vientos salobres como los periodos cortos de sequía.
Sus hojas son perennes, opuestas, simples y de forma lanceolada o bien elíptica; pueden medir hasta 12 cm de longitud, y en ocasiones se curvan; sus márgenes son lisos y su textura es coriácea pero con nerviaciones poco marcadas; su color es un verde intenso y lustroso, aunque por el envés siempre es más claro. Estas hojas, cuando son jóvenes, presentan una bonita coloración cobriza.
Sus flores están dispuestas en inflorescencias cimosas, formando unos ramilletes bellísimos, y emiten un perfume sensual parecido al de los jazmines. Estas flores son sésiles y tienen cinco pétalos de color blanco con leves tonalidades rosáceas; el cáliz es diminuto, los estambres están insertos cerca del ápice del tubo de la corola y el estilo es filiforme, de aproximadamente 1,5 cm de largo. Su primera floración tiene lugar a partir de los tres años, y en Sevilla florece desde mediados del mes de abril hasta el día de San Isidro.
Los frutos de la acocantera son tóxicos y consisten en unas bayas ovales de unos 3 cm de longitud parecidas a las ciruelas, que al madurar toman un color púrpura negruzco. En su interior suelen contener de 1 a 2 semillas anchamente elípticas, de 1,5 cm de largo.