Archivo de la etiqueta: árboles de Sevilla

El arce negundo

Las flores masculinas del arce negundo.

El arce negundo es un árbol que está bien representado en Sevilla, pues casi todos los parques cuentan con algún ejemplar; también lo podemos contemplar en las calles Padre García Tejero y Uruguay. Su nombre científico es Acer negundo L. y pertenece a la familia de las Aceráceas. Es originario de Norteamérica y, de forma particular, se encuentra en las cuencas de los ríos Misisipi y Ohio, donde forma grandes bosques. Con respecto a su crecimiento, se puede catalogar como de rápido en la primera década de su vida, ya que después su crecimiento se modera; por otra parte, raramente supera los 15 m de altura y es poco longevo, ya que no suele vivir más de ochenta años de vida. Su copa, formada por ramas erguidas, es ancha y de aspecto irregular; su tronco es delgado y bastante recto, y su corteza, que es de color pardo grisáceo, es casi lisa, incluso en ejemplares adultos. Por otra parte, no le gustan los terrenos calcáreos, pero sí los suelos húmedos y profundos y, sobre todo, prefiere una exposición en semisombra. Otra característica que posee este árbol es que es resistente a las heladas, tanto es así, que es capaz de resistir temperaturas de -30º C; en cambio, tiene el inconveniente de que sus raíces son poco profundas, lo que hace que sea incapaz de soportar fuertes vientos. En tiempos pasados, se extraía de este árbol el jarabe de arce.

Sus hojas, que suelen medir entre 13 y 25 cm de longitud y disponen de un pecíolo que mide unos 8 cm, son caducas, opuestas y compuestas imperipinnadas, con tres o cinco (y rara vez siete) folíolos de color verde claro; estos folíolos tienen forma ovada, aunque algo asimétrica, con las nerviaciones bien visibles y los bordes desigualmente dentados; el foliolo terminal suele tener tres lóbulos. Es evidente que estas hojas son diferentes a las típicas hojas palmeadas de los arces. Su color otoñal es amarillo claro.

Sus flores, al tratarse de una especie dioica, se presentan en sexos separados; aparecen en inflorescencias axilares en las ramitas del año anterior, al final del invierno y principios de la primavera, antes de que broten las hojas. Las femeninas, que forman racimos colgantes de 10 a 15 flores juntas, son de color amarillo verdoso, largamente pecioladas, apétalas y disponen de 4 a 5 sépalos; las masculinas forman haces y disponen de 4 a 6 estambres libres con las anteras de color purpúreo y que miden entre 2 y 4 mm de largo.

Sus frutos son dobles sámaras (disámaras) que están dispuestas en abundantes racimos colgantes (una característica propia de los arces); estas sámaras suelen permanecer en el árbol hasta mediados del invierno. Las alas de las sámaras, generalmente curvadas y algo retorcidas hacia dentro, se estrechan antes de llegar al aquenio, pero con la cavidad dirigida hacia el eje central, formando un ángulo bastante agudo; esta disposición permite al fruto girar sobre sí mismo en espiral, con el fin de retardar su caída sobre tierra. Las sámaras suelen medir de 3 a 5 cm de longitud y guardan dos semillas en su interior.

Ejemplar de arce negundo plantado en la barriada Ntra. Sra. de la Oliva.

Hojas y frutos del arce negundo.

Detalle del tronco del arce negundo.

La mimosa

La mimosa en la Intercomunidad Parque Porvenir.

La mimosa en la Intercomunidad Parque Porvenir.

La mimosa es un árbol ornamental que no termina de adaptarse bien al clima de Sevilla; el único ejemplar que conocemos se encuentra en la zona ajardinada de la Intercomunidad Parque Porvenir. El nombre científico de la mimosa es Acacia dealbata Link y pertenece a la familia de las Fabáceas (subfamilia de las mimosas). Esta especie es originaria del sudeste de Australia, concretamente del estado de Nueva Gales del Sur y de la isla de Tasmania, donde suele crecer entre las cotas de 250 m y 900 m de altitud. Es un árbol de crecimiento rápido, aunque tiene el inconveniente de ser poco longevo, ya que no suele superar los 30 años de vida; por otra parte, en terrenos favorables, o sea, húmedos y arenosos, es frecuente que alcance los 12 metros de altura. Su copa está formada por ramificaciones abiertas y angulosas que le dan una apariencia de cono irregular; con una poda de formación adecuada, se consigue una silueta redonda que realza su floración. Su tronco es robusto y casi recto; su corteza es de color grisáceo y bastante lisa, aunque con los años se suele agrietar levemente; sus raíces son superficiales, por lo que a veces el árbol necesita un tutor para mantenerse erguido. Por otra parte, se resiente al ser trasplantado, le sientan fatal los suelos alcalinos y los encharcamientos y, sobre todo, se convierte en una especie invasora si el ambiente le es propicio. Este árbol prefiere los lugares soleados, tolera la sequía y se adapta bien a los suelos degradados.

Sus hojas son perennes, alternas y miden unos 12 cm de longitud por 5 cm de ancho y disponen de un pecíolo anguloso de unos 2 cm de largo; también son bipinnadas y tienen de 10 a 12 pinnas a cada lado del eje central, en cada una de las cuales van insertados unos 25 pares de folíolos lineares; estos folíolos, que durante el día permanecen abiertos para plegarse por la noche, miden unos 3 mm de largo por 2 mm de ancho y son de un color verde azulado.

Sus flores son muy fragantes y están agrupadas en inflorescencias globulosas denominadas glomérulos, dispuestas en racimos ramificados que están situados en los extremos de las ramitas. Las diminutas flores se reúnen en capítulos globosos de unos 6 mm de diámetro, y cada uno de estos capítulos está formado por unas veinticinco flores pedunculadas, de un atractivo color amarillo claro. El cáliz es campaniforme y mide tan solo unos 0,5 mm; la corola, también campaniforme, mide 1,6 mm; los numerosos estambres, que sobresalen de las corolas, la dan forma esférica al glomérulo. En Sevilla la mimosa florece a mediados del mes de febrero.

Sus frutos son vainas planas de color marrón, poco curvadas y con los márgenes engordados, que miden unos 7 cm de largo por 1 cm de ancho; además, suelen estar ligeramente contraídas entre semilla y semilla (cada vaina contienen entre cuatro y siete). Estas semillas son de color negro, tienen forma de riñón y miden unos 5 mm de largo.

Detalles de las flores y las hojas de la mimosa.

Detalle de las flores y las hojas de la mimosa.

Detalles de los frutos de la mimosa.

Detalle de los frutos de la mimosa.

Detalles del tronco y la corteza de la mimosa.

Detalle del tronco y la corteza de la mimosa.

 

La acacia de Constantinopla

Acacias de Constantinopla en plena floración en el bulevar Poeta Manuel Benítez Carrasco

Acacias de Constantinopla en plena floración en el bulevar Poeta Manuel Benítez Carrasco.

La acacia de Constantinopla, también conocida como el árbol de la seda, se ha aclimatado muy bien a Sevilla y, cada año que pasa, está mejor representada en los parques y calles de nuestra ciudad. Actualmente, entre otros lugares, la podemos contemplar en la Isla de la Caruja, en el bulevar Poeta Manuel Benítez Carrasco, alrededor de los jardines del Parlamento de Andalucía y en el nuevo parque Guadaíra, pero, tanto por su porte como por sus años, destaca de entre las anteriores la que plantamos el día 21 de septiembre de 1991 en el jardín lateral que hay junto a la Peña Sevillista de la barriada Ntra. Sra. de la Oliva. El nombre científico de este bellísimo árbol es Albizia julibrissin Durazz y pertenece a la familia de las Fabáceas (antiguamente, Leguminosas) aunque no es una verdadera acacia, sino más bien un género próximo a la subfamilia de las Mimosoideas. Posiblemente sea originaria de Irán (“julibrissin” es el nombre persa de este árbol); sin embargo, su área de distribución llega hasta las costas de China. En Europa fue introducida por el florentino Filippo degli Albizzi a mediados del siglo XVIII. Por otra parte, este árbol es de crecimiento medio y, por lo general, no supera los 12 metros de altura. Su copa, formada por largas ramas arqueadas, es amplia, ancha y con forma de umbela, aunque algo irregular, y suele producir una sombra ligera. Su tronco es erguido y por lo general ramifica a poca altura, y su corteza es casi lisa y de color grisáceo. Se trata de una especie bastante rústica, que tolera bien los fríos y las heladas, a condición de que no sean demasiados intensos ni prolongados. Tampoco teme las sequías ni la contaminación, tolera los suelos alcalinos con pH superior a 7 y aguanta bien la cercanía del mar; sin embargo, le afectan los suelos húmedos.

Sus hojas son caducas, alternas, compuestas bipinnadas y de aspecto plumoso; miden entre 22 y 45 cm de longitud y suelen brotar en penachos terminales; cada hoja dispone de 7 a 12 pares de pinnas y cada una de ellas tiene entre 16 y 40 pares de folíolos; estos miden algo menos de 1 cm de longitud y son de color verde pálido. El raquis posee una pequeña glándula basal. Estas hojas también son púdicas, es decir, que se cierran o pliegan por la noche.

Sus flores son muy vistosas y se reúnen en panículas terminales formadas por capítulos redondos con pedúnculos cortos. Cada cabezuela o capítulo contiene de 20 a 25 flores sésiles o subsésiles. El cáliz de cada flor, tubular y de color verde, suele medir de 2 a 3 mm de largo y tiene 5 dientes pequeños de forma triangular. La corola de cada flor, de color verdoso y con forma de embudo, es gamopétala (con los pétalos soldados), tiene 5 lóbulos deltoides y agudos y mide entre 7 y 8 mm de largo. Sus numerosos estambres,  con filamentos de color rosa pálido, miden de 2,5 cm a 3 cm de largo. En Sevilla, la acacia de Constantinopla florece en la primera quincena de junio.

Sus frutos son legumbres o vainas planas colgantes que presentan unos estrechamientos entre las semillas; son de color amarillo pajizo, miden entre 10 y 13 cm de largo por entre 1,8 y 2 cm de ancho, y suelen permanecer bastante tiempo en el árbol. En su interior suelen contener de 8 a 12 semillas de forma ovalada y de color marrón claro, que miden 7 x 4,5 mm. Para conseguir que germinen se requiere el siguiente tratamiento para quitar la cubierta impermeable que las envuelve: basta con introducirlas en agua caliente (que no llegue a hervir) durante unos diez segundos.

Floración de la acacia de Constantinopla

Floración de la acacia de Constantinopla.

Las hojas de la acacia de Constantinopla

Las hojas de la acacia de Constantinopla.

El tronco de la acacia de Constantinopla

El tronco de la acacia de Constantinopla.

Los frutos de la acacia de Constantinopla

Los frutos de la acacia de Constantinopla.

El día 21 de septiembre de 1991, plantamos una acacia de Constantinopla en el jardín lateral que hay junto a la Peña Sevillista de la barriada Ntra. Sra. de la Oliva

El día 21 de septiembre de 1991, plantamos una acacia de Constantinopla en el jardín lateral que hay junto a la Peña Sevillista de la barriada Ntra. Sra. de la Oliva.

 

La sófora del Japón

La sófora del Japón en un aparcamiento interior de la Bda, Ntra. Sra. de la Oliva.

La sófora del Japón en un aparcamiento interior de la Bda. Ntra. Sra. de la Oliva.

La sófora del Japón o acacia del Japón es un árbol que está bien representado en Sevilla, tanto en sus parques y jardines como en el viario urbano; la podemos contemplar en la avenida Cardenal Bueno Monreal, en la Plaza de Refinadores (barrio de Santa Cruz), en la glorieta Mas y Prat (parque de María Luisa), en el bulevar Poeta Manuel Benítez Carrasco y en la barriada Ntra. Sra. de la Oliva. El nombre científico actual de la sófora del Japón es Styphnolobium japonicum (L.) Schott. y pertenece a la familia de las Fabáceas. Originaria del sudeste de China, posteriormente se introdujo en el Japón, donde los monjes budistas la solían plantar cerca de las pagodas, y fue precisamente desde el país del sol naciente desde donde se trajo a Europa (de ahí el término japonicum). Este árbol es de crecimiento relativamente lento; su longevidad se estima en unos 150 años, y aquí, en nuestra ciudad, los ejemplares más antiguos no llegan a superar los 15 metros de altura. Su copa es amplia, en ocasiones muy abierta, y está formada por ramas cortas y tortuosas, a veces péndulas; su tronco es recto, erguido y cilíndrico, y su corteza, de color pardo grisáceo oscuro, al envejecer se va agrietando en alargadas y leves fisuras longitudinales.

Sus hojas son caducas y están dispuestas alternativamente; son compuestas imparipinnadas y disponen de entre 7 y 17 folíolos enteros de forma oval y lanceolada que miden unos 6 cm de longitud; su color es verde oscuro por el haz y algo más pálido por el envés. Caen al final del otoño.

Sus flores son de color blanco amarillento, de forma amariposada (flores papilionáceas) y están agrupadas en racimos terminales de unos 25 cm de largo, que se van abriendo según el principio de floración ascendente. El cáliz es de color blanco verdoso y levemente bilobulado; la corola es lateralmente simétrica y mide de 1,5 a 2 cm; posee 10 estambres, todos ellos libres. También son ligeramente perfumadas y ricas en néctar, por lo que atraen a las abejas (se trata de una planta melífera). En Sevilla la sófora florece durante el mes de julio.

Sus frutos (conocidos en algunos lugares como lomentos) son legumbres colgantes de 5 a 7 cm de longitud, que presentan unos llamativos estrangulamientos y suelen permanecer en el árbol hasta bien entrado el invierno; cuando están maduros, sus paredes son más o menos mucilaginosas y resultan difíciles de abrir para extraerles de su interior las semillas (de 3 a 6), que son de color negro brillante, miden 1 cm de longitud y tienen forma de riñón.

Detalle de la inflorescencia de los racimos terminales de la sófora del Japón.

Detalle de la inflorescencia de los racimos terminales de la sófora del Japón.

Detalles de las hojas y las flores

Detalle de las hojas y las flores.

Detalles de los frutos maduros de la sófora del Japón

Detalle de los frutos maduros de la sófora del Japón.

Detalle de la corteza del tronco de la sófora del Japón.

Detalle de la corteza del tronco de la sófora del Japón.

Las semillas de la sófora del Japón

Las semillas de la sófora del Japón.

La parquinsonia

Plantado el día 10 de abril de 1992 en la barriada Ntra. Sra. de la Oliva, en la zona de albero, frente al bloque 136.

Esta parquinsonia la plantamos el día 10 de abril de 1992 en la barriada Ntra. Sra. de la Oliva, en la zona de albero situada frente al bloque 136.

La parquinsonia o cina-cina (como la llaman en Argentina y Uruguay) es un atractivo árbol de porte medio que está presente en muchos parques y jardines de Sevilla; el ejemplar más antiguo data de la Exposición Iberoamericana de 1929 y está plantado en los Jardines de las Delicias. Su nombre científico es Parkinsonia aculeata L. y pertenece a la subfamilia de las Cesalpiniáceas (de la gran familia de las Leguminosas fabáceas). Por las características que presenta actualmente, es probable que sea originaria de las zonas semidesérticas del norte de México, del oeste de Texas y del sur de Arizona, y que desde allí se haya extendido y aclimatado por toda la América tropical. En realidad es de crecimiento moderado, pero si se riega de manera asidua se desarrolla con prontitud; su altura media es de unos 6 metros, pero en condiciones muy favorables puede alcanzar los 10 metros de altura. Su copa, ancha y aparasolada, está formada por ramas ascendentes y numerosas ramitas de color verdoso, de dimensiones largas, zigzagueantes y colgantes. Su tronco suele ser corto y retorcido y su corteza es delgada, lisa y de color verde cuando joven, pero con el paso de los años se vuelve negruzca y agrietada. La parquinsonia es una especie de fácil adaptación, por lo que se puede considerar como rústica, pues admite cualquier tipo de suelo, resiste la sequía y el suelo salinizado. También atrae a las abejas para que liben su néctar, por lo que se puede considerar un árbol muy melífero

Sus hojas son por lo general caducas, alternas, compuestas paripinnadas y muy originales, pues disponen de 1 a 3 raquis con espinas estipulares en la base, y en cada raquis tienen insertados de 10 a 30 pares de folíolos lineales. Estos folíolos son muy pequeños (miden tan solo de 2 a 8 mm de largo) y en su disposición no están los unos frente a los otros. A veces, por causa de la sequía, se desprenden los folíolos, y es entonces cuando se realiza la fotosíntesis a través de la corteza del tronco y de las ramas que son de color verde.

Sus flores están agrupadas en número de 8 a 10 en racimos axilares colgantes, sujetadas por pedúnculos de unos 15 mm de largo; su corola es papilionácea y está formada por 5 pétalos libres, desiguales, con los márgenes ondulados y de color amarillo (uno de ellos con una mancha de color naranja). El cáliz, con tubo corto, está formado por 5 lóbulos que miden de 6 a 8 mm. Cada flor dispone de 10 estambres libres cuyos filamentos son de color verde claro. Las flores de la parquinsonia desprenden un suave perfume; en Sevilla brotan abundantemente durante el mes de mayo.

Sus frutos son legumbres de forma linear y cilíndrica, de color castaño claro, con los extremos puntiagudos y comprimidas entre semilla y semilla; suelen medir entre 5 y 15 cm de longitud y tienen 0.6 cm de anchura. Cada fruto contiene en su interior de 1 a 5 semillas que miden aproximadamente un centímetro de longitud y son de color verdoso con motas pardas.

La parquinsonia más antigua de Sevilla, plantada con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929 en los Jardines de las Delicias.

La parquinsonia más antigua de Sevilla fue plantada con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929 en los Jardines de las Delicias.

Detalle de las hojas y las flores de la parquinsonia.

Detalle de las hojas y las flores de la parquinsonia.

detalle de la flor y espinas de las ramas

Detalle de las hojas y las flores de la parquinsonia.

Tronco y ramas de la parquinsonia

Tronco y ramas de la parquinsonia.

Fruto y semillas de la parquinsonia

Fruto y semillas de la parquinsonia.

La plumaria o plumeria

Plumaria de Manolo

Plumaria de la Costa del Sol (Málaga)

Son muchos los vecinos de la barriada Nuestra Señora de la Oliva que han plantado árboles exóticos en las zonas ajardinadas de nuestro barrio. En el caso de la plumaria, le trajeron a nuestro vecino Manuel Pérez Rodríguez una estaquilla de este arbolito desde el pueblo malagueño del Rincón de la Victoria, la cual plantó él en el jardín del bloque 39 el pasado mes de marzo. Manuel la cuidó con tanto esmero que la plumaria, agradecida, le ha correspondido con una hermosa y perfumada floración. El nombre científico de este tropical arbolito es Plumeria rubra L. y pertenece a la familia de las Apocináceas. La plumaria es originaria de Centroamérica, posiblemente porque crece silvestre en las zonas rocosas y secas de las laderas del volcán Masaya, que está situado al sur de la capital de Nicaragua. Precisamente, desde el año 1971, es la flor nacional de este país, donde se la conoce con el nombre de sacuanjoche. Podríamos decir que la plumaria es de crecimiento medio y que por lo general alcanza una altura de unos 6 metros; sin embargo, en condiciones optimas puede llegar a superar los 8 metros de altura. Su copa es más bien redonda, con ciertas irregularidades y con tendencia a abrirse. Sus ramas son carnosas, blandas (realmente no llegan a ser leñosas), de color verdoso, con bifurcaciones regulares y con la peculiaridad de que sus terminaciones son romas. Su tronco suele crecer bastante derecho y su corteza de joven es lisa pero con las marcas señaladas de las hojas que se han caído; al envejecer, la corteza se resquebraja y oscurece. Si se le hiere, escurre un abundante látex de color lechoso. La plumaria tolera bien la sequía pero le perjudica el frío. Albergamos la esperanza de que sea capaz de aguantar las esporádicas y suaves heladas del invierno sevillano.

Sus hojas son caducas, simples, tienen forma lineal lanceolada, el ápice acuminado y los márgenes lisos, y su textura es coriácea; además son alternas pero dispuestas en espiral en el extremo de las ramas. Son de color verde brillante por el haz y de un verde algo más pálido por el envés. Miden de 15 a 30 cm de largo y de 4 a 7 cm de ancho. Cuando las hojas caen, dejan en las ramas grandes cicatrices.

Sus flores están densamente dispuestas en panículas terminales. Exhalan un perfume muy agradable que es más intenso por la noche, con el fin de atraer a los insectos para que las polinicen. La corola es hipocrateriforme y está compuesta por 5 pétalos céreos que están soldados por la base; el cáliz mide unos 3 mm y presenta unos lóbulos triangulares; los estambres están insertos en el interior del tubo de la corola. En Sevilla la plumaria florece en el mes de julio.

Sus frutos son folículos normalmente apareados por la base y formando un ángulo obtuso; estos folículos miden entre 15 y 28 cm de largo y tienen un diámetro de unos 3 cm; a veces, uno de ellos no se desarrolla. Estos “pepinillos” son de color verde oscuro y al madurar se ennegrecen; normalmente, suelen quedar colgando en el árbol hasta la próxima floración. Cada fruto contiene en su interior entre 25 y 70 semillas de unos 2 cm de longitud, de color pardo oscuro y con un ala membranosa.

007

La plumaria plantada en el jardín del bloque 39 de la barriada Ntra. Sra. de la Oliva.

004

Detalle de la floración de la plumaria.

Frutos de la plumaria

Los frutos de la plumaria.

La tipuana

Tipuanas en el bulevar Poeta Manuel Benítez Carrasco

Tipuanas en el bulevar Poeta Manuel Benítez Carrasco.

La tipuana es un árbol ornamental que se ha adaptado perfectamente al clima de Sevilla y que está muy bien representada en los parques y viarios de nuestra ciudad. Por señalar algunos lugares, podríamos destacar por su porte las tipuanas de la plaza Carmen Benítez o las del bulevar Poeta Manuel Benítez Carrasco. El nombre científico de este árbol es Tipuana tipu (Benth.) O. Kuntze. y pertenece a la familia de las Fabáceas. Es originario de América del Sur; para situarlo con más precisión, crece en la zona selvática y subtropical que se extiende desde el sureste de Bolivia hasta la provincia argentina de Tucumán; en esa zona, a este árbol se le conoce con el nombre de tipa. Con respecto a su crecimiento lo podemos calificar de rápido y, si el suelo está bien drenado y se encuentra en un lugar soleado, suele alcanzar los 20 m de altura. En cuanto a la longevidad, suele superar los 200 años de vida. Su copa es amplia, extendida y algo aparasolada, con ramificaciones colgantes que forman una gran bóveda, por lo que proporciona una densa sombra. Su tronco es cilíndrico, recto y robusto, para aguantar la enorme envergadura de su porte. Su corteza, de color gris oscuro, se agrieta y resquebraja longitudinalmente; si se hiere, sangra una resina de color castaño rojizo. Otras características de este árbol son las siguientes: que aguanta bien el trasplante, incluso cuando es adulto, y que resiste largos periodos de sequía.

Sus hojas son semicaducas, es decir, que caen tardíamente y que el árbol solo está sin hojas un corto período de tiempo; con respecto a la disposición de las mismas, se da el curioso caso de que en las ramas jóvenes son opuestas y en las adultas son alternas. Estas hojas son compuestas e imparipinnadas, miden unos 30 cm de largo y están formadas por de 11 a 27 folíolos; dichos folíolos son de forma elíptica y de color verde mate, con ciertas tonalidades azuladas por el haz y algo más pálidas por el envés, y miden unos 5 cm de longitud por 2 cm de ancho.

Sus flores están agrupadas en racimos axilares, que brotan al final de las ramas y tienen tendencia a colgar. Estas flores son tipicamente papilionáceas o amariposadas; el cáliz es acampanado debido a la unión soldada de 5 sépalos que en la parte superior forman una corona lobulada; la corola, de color amarillo dorado, tiene el estandarte redondeado, sin apéndices y con alas más largas que la quilla. Cada flor dispone de 10 estambres diadelfos, de los cuales 9 con filamentos soldados en tubo y uno semilibre; el estilo es corto y el estigma pequeño. En Sevilla la tipuana florece en el mes de junio, y las flores que caen tapizan las aceras a modo de alfombras doradas.

Sus frutos son sámaras glabras que miden de 5 a 7 cm de largo, son de color castaño claro y disponen de alas coriáceas para su dispersión. Se trata de frutos monospermos, es decir, que cada fruto solo contiene una semilla.

Flores de la tipuana

Las flores de la tipuana.

hojas y ramas de la tipuana

Hojas y ramas de la tipuana.

Frutos de la tipuana

Frutos de la tipuana.

tronco de la tipuana ( Muelle de la sal)

Tronco de una tipuana en el Muelle de la Sal de Sevilla.

El árbol del paraíso o melia

Paraísos en el paseo perimetral del Parque José Celestino Mutis

Formación de paraísos en el paseo perimetral del Parque José Celestino Mutis.

Los paraísos o melias son árboles muy abundantes en los parques, plazas y avenidas de Sevilla. En parque José Celestino Mutis tiene un paseo perimetral formado por 295 paraísos; por cierto, en otros lugares de España se conoce a este árbol como cinamomo. Su nombre científico es Melia azederach L. y pertenece a la familia de las Meliáceas. Es originario del norte de la India y suele crecer libremente en las laderas meridionales de la cordillera del Himalaya hasta casi los 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar; sin embargo, se ha naturalizado muy bien en todas las zonas templadas de la Tierra. Se puede considerar como un árbol de crecimiento rápido que en condiciones óptimas puede alcanzar hasta los 15 metros de altura; su copa se puede definir como entre redondeada y aparasolada pero de forma irregular y con el follaje desordenado; su tronco por lo general es recto y corto, y sus ramas, numerosas y frágiles, son fácilmente tronchadas por el viento; su corteza es delgada, de color pardo negruzco, y con los años se va resquebrajando. Aguanta bien los períodos de sequía y crece en cualquier tipo de suelo, pero es sensible a las heladas.

Sus hojas son caducas, alternas, pecioladas y compuestas bipinnadas; miden entre 30 y 55 cm de envergadura y disponen de entre 3 y 4 pares de pinnas, cada una de las cuales tiene 3 o 4 pares de folíolos, a los que hay que añadirles el folíolo terminal (son imparipinnadas). Los folíolos son de color verde oscuro por el haz y algo más claros por el envés, miden de 2 a 5 cm de longitud, tienen forma oval y el ápice acuminado, y sus margenes son leve e irregularmente dentados. Cuando llega el otoño, las hojas se tornan de un color amarillo claro muy característico de esta especie.

Sus flores son melíferas, perfumadas y pequeñas (tan solo miden unos 2 cm) y se hayan reunidas en panículas o racimos axilares. Cada flor dispone de 5 pétalos estrechos de color violeta pálido y de 10 estambres que se sueldan formando un tubo largo y fino de color violeta oscuro; este tubo está situado en el centro de la flor y su extremo superior está rematado por unos 20 dientecitos que le dan aspecto de corona. En Sevilla, el árbol del paraíso florece en la segunda quincena del mes de abril.

Sus frutos son drupas esféricas de entre 1 y 1,5 cm de diámetro, duras y con una pulpa amarillenta y maloliente, que suelen permanecer en el árbol durante el invierno. Cada fruto contiene en su interior una semilla ósea, moldurada con 5 costillas longitudinales y perforada.

Flores. frutos y hojas de la melia

Las flores, los frutos y las hojas de la melia.

Flores

Panículas de flores de la melia.

tronco de la melia

Tronco y corteza de la melia.

La falsa acacia o robinia

Image

La falsa acacia o robinia.

La falsa acacia se ha naturalizado muy bien en Sevilla, donde su presencia es abundante en los parques, los jardines y las calles de la ciudad. Su nombre científico es Robinia pseudoacacia L. y pertenece a la familia de las Leguminosas. Es un árbol originario de América del Norte, en concreto de la parte oriental de los Montes Apalaches. Podríamos definirlo como de crecimiento rápido y de gran talla, ya que suele superar los 20 metros de altura. Su copa es abierta, con grandes claros y de contorno irregular, y está formada por las ramas principales (que suelen ser ascendentes) y las secundarias o laterales (que son retorcidas, quebradizas y espinosas). Su tronco es a menudo encorvado, y otras veces recto o bien bifurcado; esta especie es propensa a producir chupones en la base del tronco. La corteza es cuando joven lisa y grisácea, pero con el paso del tiempo se ennegrece y se fisura profundamente. La robinia es un árbol poco exigente con el suelo, tolera bien la sequía y sus raíces son superficiales y competitivas. También suele nitrogenar los suelos gracias a los nódulos que hay en sus raíces y que contienen bacterias que fijan el nitrógeno (dicho de otro modo, que son capaces de convertir el nitrógeno atmosférico en sales).

Sus hojas son caducas (aparecen tarde y caen pronto) y además son alternas y compuestas imparipinnadas, con una longitud de 15 a 25 cm y con un número variable de folíolos (entre 9 y 19) que están apareados por el raquis; estos folíolos son de forma ovalada, miden unos 3 cm de longitud y son de color verde pálido, pero en otoño se tornan de un bonito color amarillento. Cada hoja posee en la base del pecíolo dos espinas punzantes de 0,5 a 1,5 cm de longitud, que son en realidad estípulas transformadas.

Sus flores son de color blanco, fragantes, melíferas (muy apreciadas por las abejas) y papilionáceas (parecidas a una mariposa). Su corola está formada por 5 pétalos libres: el superior, llamado estandarte; dos laterales que se llaman alas, y dos inferiores soldados que forman la quilla. Sus 10 estambres están soldados y forman un tubo, y el cáliz es verde y acampanado. Estas flores se agrupan formando un racimo péndulo y denso de unos 20 cm de largo. Su floración en Sevilla tiene lugar a mediados del mes de abril, coincidiendo con la feria: de ahí que los árboles plantados en el Prado de San Sebastián fuesen falsas acacias.

Sus frutos son legumbres o vainas planas y colgantes de unos 10 cm de longitud por 1 cm de ancho; de color pardo oscuro, al madurar en otoño ennegrecen y suelen pender del árbol durante bastante tiempo. Cada vaina contiene en su interior 10 semillas de color marrón oscuro y con forma de riñón.

Flores de la falsa acacia

Las flores de la falsa acacia.

Detalles de la inflorescencia de la falsa acacia

Detalle de la inflorescencia de la falsa acacia.

Detalle de las ramas espinosas

Detalle de las ramas espinosas de la falsa acacia.

Frutos colgantes de la falsa acacia

Los frutos colgantes de la falsa acacia.

Detalle del tronco de la falsa acacia

El tronco de la falsa acacia.

La fotinia

Fotinia en la barriada de Alcosa

Una fotinia en el barrio de Alcosa.

La fotinia es un arbusto que posee una gran aspiración a ser arbolito. En Sevilla está bien representada en las zonas ajardinadas de los barrios de Alcosa, La Oliva, El Porvenir… que fueron construidos allá por los años setenta del siglo pasado, época en la que la fotinia fue introducida en nuestra ciudad. El nombre científico de la fotinia es Photinia serratifolia (Desf.) Kalkman. y pertenece a la familia de las Rosáceas. Es originaria de la provincia de Anhui, en la actual República Popular China; en esta provincia forma grandes bosques mixtos que se extienden desde los valles hasta cotas superiores a los 2.000 metros de altura. Este arbolito ornamental es de crecimiento medio: su altura normal oscila entre los 3 y los 6 metros, pero a veces, en condiciones optimas, logra superar los 10 metros de altura. Su porte es casi siempre erguido: su copa es bastante redondeada y muy ramificada; su tronco es prácticamente recto, aunque con cierta tendencia a inclinarse, y con respecto al comienzo de la ramificación, presenta la cruz a un metro aproximadamente del suelo. Su corteza suele ser bastante lisa, aunque al ir envejeciendo se fisura. Con relación al suelo, tolera bien los terrenos calcáreos y alcanza su máximo desarrollo cuando está plantado a pleno sol.

Las hojas son perennes, alternas, simples, de forma ovalada u oblonga con el ápice acuminado; miden de 10 a 16 cm de largo y tienen los bordes levemente aserrados aunque de forma irregular; sus láminas suelen estar algo retorcidas y su textura es coriácea, y además presentan el nervio central muy pronunciado. Los nuevos brotes de las hojas son de un color cobrizo, y con el tiempo las hojas se tornan de color verde brillante tanto por el haz como por el envés; al envejecer, toman distintas tonalidades del color rojizo. Su pecíolo mide de 2 a 4 cm de largo.

Las flores son pequeñas (tan solo miden de 6 a 8 mm de diámetro) y están reunidas en inflorescencias terminales de tamaño grande y de forma aplanada que se denominan corimbos. Cada flor está compuesta de 5 sépalos libres de aspecto triangular, una corola formada por 5 pétalos libres de color blanquecino y unos 20 estambres. En Sevilla la fotinia florece a mediados de marzo, por el día de San José.

Sus frutos son bayas pequeñas de color rojo y de textura carnosa que miden unos 5 o 6 mm de diámetro. En su interior contienen de 1 a 4 semillas de color marrón y de forma ovoide de 2 a 2,5 mm de ancho.

Inflorescencia de la fotinia

Inflorescencia de la fotinia.

detalle de las hojas

Detalle de las hojas de la fotinia.

detalle del tronco de la fotinia

Detalle del tronco y la corteza de la fotinia

El árbol de Júpiter

Árbol de Júpiter en los Jardines del Parlamento de Andalucía

Árbol de Júpiter en el Monumento a Colón en el Paseo Catalina de Ribera

El árbol de Júpiter no es aún un signo de identidad de Sevilla como actualmente lo son los naranjos o las jacarandas, pero se va extendiendo su presencia por la capital de Andalucía; quizás los más antiguos ejemplares de la ciudad sean los del jardín de la Lonja, y también se puede contemplar en la plaza del Duque, en la glorieta del Cid Campeador y en el monumento a Cristóbal Colón en los Jardines de Catalina de Ribera; prácticamente lo podemos ver en casi todos los parques y jardines de Sevilla. En nuestra barriada Nuestra Señora de la Oliva hay cinco ejemplares que plantamos con nuestro amigo Juan Tejera Hernández (que en paz descanse) el día 23 de diciembre de 1990.

El árbol de Júpiter, que es más bien un arbolito, tiene por nombre científico Lagerstroemia indica L. y pertenece a la familia de las Litráceas. Es originario de la provincia china de Yunnan, y posteriormente pasó a la India, de donde toma el nombre indicativo de la especie. Es de crecimiento medio y no suele superar los 5 m de altura. Su copa es casi redonda y la forman ramas algo separadas que tienden a buscar la verticalidad; los tallos jóvenes, curiosamente, son de sección casi cuadrangular; su tronco por lo general es recto, y su corteza es lisa y suave, pero con los años se desprende en finas láminas que dejan entrever manchas y vetas que van desde el color grisáceo al amarillento o salmonado; con respecto a su madera, diremos que es muy apreciada por su dureza. Los terrenos salitrosos le afectan negativamente, y a la hora de trasplantarlo hay que tener la precaución de procurar no romper el cepellón.

Las hojas son caducas y simples, miden entre 2 y 4 cm de longitud y unas veces tienen forma elíptica y otras redondeada; presentan la peculiaridad de ser opuestas en la parte inferior del tallo y alternas en el extremo; también hay que tener en cuenta que al brotar son de tono bronceado y, por último, señalaremos que da la impresión de que estas hojas se oscurecen al atardecer.

Sus flores se abren formando apretadas panículas piramidales de unos 20 cm de longitud en los extremos de las ramas. La corola está formada por 6 pétalos libres y con los bordes ondulados o festoneados en las variedades de color rosa, lila o blanco; el cáliz está formado por 6 sépalos soldados y dispone de numerosos y cortos estambres amarillos. Hemos observado que la exposición al sol favorece la floración; esta tiene lugar en Sevilla con la llegada del verano y dura hasta bien avanzado septiembre.

Sus frutos son cápsulas esféricas que suelen permanecer en el árbol hasta pasado el invierno. Estos frutos suelen madurar sobre el mes de octubre y se tornan casi negros, tienen de 8 a 12 cm de diámetro y disponen de 4 a 6 valvas por donde dejan escapar numerosas semillas aladas.

Árbol de Júpiter en la barriada Ntra. Sra. de la Oliva, jardín lateral del bloque 122.

Detalle de la flor del árbol de Júpiter

Árbol de Júpiter: panículas de flores y hojas.

Detalle del tronco del árbol de Júpiter.

María, vecina del barrio de Nervión, nos cuenta su inquietud por los brachichitos

Resumen de la situación que ha tenido lugar, en la calle Leonardo de Figueroa nº1 y 3 en el barrio de Nervión (Sevilla).

La historia se remonta a marzo de 2010, mes en el que se llevaron a cabo unas obras de reforma en los muros de contención del bloque donde vivo. A partir de dicha obra, alegando que se trataba de árboles «enfermos», querían talarlos (literalmente «pegarles dos hachazos») y llevar a cabo la siembra de naranjos y el cierre de la comunidad. Ante la encarecida lucha que llevamos a cabo por parte de mi familia, pudimos demostrar que el árbol no estaba enfermo y que debido a su gran porte arbóreo y por la dejadez que ha habido (al menos 10 u 11 años sin podar) las ramas de gran envergadura podrían caer con el consiguiente peligro para los transeúntes y vehículos. Al llegar el periodo veraniego y ante la intensa lucha que tuvimos, incluyendo prensa y televisión, el asunto parece que dejó de interesar también porque indiqué claramente a un vecino de los que querían darle el hachazo al árbol que no iba a dejar que se llevase a cabo tal atrocidad, y que si así fuera daría parte a Gerencia de Urbanismo a la que fui a informarme personalmente para saber como podía evitarlo. Debido a ello, parece que empezaron a retroceder, y realicé un escrito a Parques y Jardines para que llevasen a cabo la poda de ambos árboles, y de hecho en septiembre de 2010 la llevaron a cabo en ambos brachichitos.

Cuando parecía que ya no iba a ocurrir ningún incidente más, en marzo de 2011 nos encontramos una nueva sorpresa: el brachichito que esta en mi portal (nº 3) estaba cercado con cinta, y llamamos a la policía local para que a la mañana siguiente viniera ya que creímos que iban a llevar a cabo la tala del mismo, de esta forma la policía vino y se puso en contacto con nosotros así como con la persona al cargo de la poda que nos aseguró que la iba a realizar sin daño para el mismo aunque perdiese la copa (creo que es una poda denominada «a 2/3») sin eliminar las ramas guía; no muy conformes pero no viendo una solución mejor aceptamos. Creíamos que el árbol iba a morir, pero empezó a brotar y la verdad es que se recuperó bastante bien; en los episodios de viento más intenso a lo mejor perdía algunas ramas pequeñas, más tiernas y no tan consistentes,  pero para nada parecía que pudiesen dañar a nadie.

La sorpresa ha sido cuando hace una semana hizo algo más de viento y el brachichito que se encuentra en el bloque vecino (que llevaban sin podar 12 años) presentaba algunas ramas de gran envergadura, algo más peligrosas, pero debido sobre todo a la dejadez como siempre de la comunidad de vecinos. Entonces tuvieron que intervenir bomberos y policía ante la denuncia de alguien que alertó de la posibilidad de su caída. Vinieron y actuaron sobre las mismas, pero este incidente ha sido el motivo para que se haya llevado a cabo la última barbarie y hayan dejado ambos brachichitos en el estado en el que aparecen en las fotos. Al parecer, amenazaron de forma velada con preguntar a un abogado sobre la posibilidad de culpabilizarnos a quienes estábamos en contra de la tala del árbol y exigirnos responsabilidades en el caso de que ocurriese algún daño tanto material o personal.

Así, el día 11 de agosto de 2011 han llevado a cabo el desmoche de ambos árboles, y esta  ha sido la tala más agresiva que hemos visto, realizada sin ser consensuada y sin consultar a la comunidad.

Nosotros jamás nos hemos opuesto a la poda de los árboles, de hecho es lo que siempre hemos exigido ante la inmensa dejadez que se ha tenido con los mismos, inclusive los otros brachichitos del terreno adyacente, que son propiedad de la comunidad pero de uso público y que no interesa cuidar, ya que el realizar un cerramiento lleva consigo el que se tenga que tener abierto durante un periodo de horas diurno y claro eso exigiría demasiado trabajo, por eso están obsesionados con el terreno de los propios edificios. También quisiera realizar alguna pregunta: ¿Qué interés hay en llevar a cabo de forma unilateral dos podas «facturadas a la comunidad» consecutivas de un mismo árbol? ¿Es qué los naranjos o cualquier otra especie arbórea no requiere un mantenimiento del mismo? Teniendo en cuenta que intervino Parques y Jardines en septiembre del año pasado y lo que sería necesario es realizar, respetando el ciclo vegetativo del árbol, una poda anual o bianual del mismo para su mantenimiento.

¿Están intentando matar los árboles poco a poco ya que el talarlos conllevaría una multa por parte de la Gerencia de Urbanismo al dar parte a la misma? Parece que se esconden otros intereses  y que quieren hacer de una comunidad de vecinos un chalé particular ayudándose del poder de unos pocos, la dejadez de la inmensa mayoría de vecinos y estando únicamente una ínfima minoría (mi familia) en contra.

Así quedaron los brachichitos en el mes de agosto...

Detalle del desmoche...

Los naranjos secos de la Avenida de la Constitución

Naranjo seco frente al anitguo Coliseo

La Avenida de la Constitución fue reurbanizada por el anterior equipo del Gobierno Municipal, y como consecuencia de ello podría decirse que hubo demasiados “daños colaterales”, ya que fueron arrancados más de un centenar de fresnos americanos que proporcionaban una benéfica bóveda de sombra a los viandantes en los largos y calurosos estíos sevillanos.  Lamentablemente, estos fresnos americanos fueron reemplazados por unos naranjos centenarios de grueso tronco y copa poco frondosa que, traídos desde Valencia, costaron casi cien mil euros. Estos viejos naranjos fueron plantados en alcorques reducidos y con escasa profundidad; estando además rodeados de distintas canalizaciones eléctricas, aguantando el calor añadido del enlosado de granito y con un sistema de riego poco efectivo, en estas condiciones su supervivencia y adaptación resultan hasta la fecha más que milagrosas.

En este mes de agosto, recorrer la Avenida es asistir a un triste espectáculo: no es ni agradable ni estético contemplar la silueta de un naranjo seco y,  menos aún, verlo con sus hojas mustias  muriéndose de sed. ¡Qué desprestigio para la ciudad! El delegado responsable del arbolado viario de Sevilla, si tiene sensibilidad medioambiental, debe corregir de inmediato esta dejación de funciones, apear antes que nada los naranjos secos de la Avenida y, sobre todo, aunque sea con un camión cisterna, regar periódicamente los naranjos que están luchando por sobrevivir.

Naranjo con estrés hídrico frente al Edificio de Correos

Los olmos del barrio de La Oliva

Los olmos del barrio de La Oliva afectados por la plaga de la galeruca del olmo.

La galeruca del olmo (Xanthogaleruca luteola Müll.) es un coleóptero que pertenece a la familia de las Chrysomelidae y que tiene la peculiaridad de alimentarse de las hojas de los olmos, tanto en su fase larvaria como cuando es adulto, dejando las hojas de estos árboles esqueletizadas. Por este motivo se ha convertido en la principal plaga desfoliadora de los olmos de Sevilla. La prematura caída de las hojas provoca en el olmo una reducción de la actividad fotosintética y por lo tanto una disminución de las defensas.

La falta de atención al arbolado de nuestra ciudad ha sido en los últimos años la consigna de un Ayuntamiento insensible con el medio ambiente urbano. Esta dejación de funciones la han padecido los árboles, tanto en su mantenimiento, poda y riego como en el capítulo de la sanidad vegetal.

Desde aquí solicitamos al nuevo equipo de gobierno de la ciudad de Sevilla que corrija este nefasto proceder y libre alguna partida presupuestaria para tratar adecuadamente a los olmos de nuestra ciudad.

Las larvas de la galeruca comiendo las hojas de los olmos

Multitud de larvas de la galeruca del olmo subiendo por las paredes de los bloques de la Bda. Ntra. Sra. de la Oliva.

Las hojas caídas de los olmos en pleno mes de junio

La galeruca del olmo en la fase adulta.

La tevetia amarilla

La tevetia amarilla es un arbusto o arbolito ornamental que se ha adaptado bien al clima de Sevilla. Sin embargo, hasta la fecha está poco representado. En los jardines de los Reales Alcázares se encuentran los ejemplares más antiguos, pero también los hay en el Jardín Americano, fruto de la contribución que realizó Colombia para el Programa Raíces enviando unos plantones de esta especie que llegaron al vivero de la Expo´92 el día 15 de marzo de 1987. Y cómo no, en la barriada Nuestra Señora de la Oliva, en el jardín lateral del bloque 34, junto a la Peña Sevillista, tenemos otra tevetia. El nombre científico de la tevetia amarilla es Thevetia peruviana (Pers.) K. Shum. y pertenece a la familia de las Apocináceas. Es originaria de la América Tropical, pero su procedencia concreta es dudosa, ya que se extiende desde México hasta el norte de Argentina (el nombre de peruviana hace referencia a lugar donde se identificó inicialmente). Podríamos calificar su crecimiento entre moderado y rápido; su altura media suele ser de unos 4 metros, pero algunos ejemplares superan los 8 metros. Su copa es de porte irregular y está formada por ramas largas y flexibles de un color verdoso salpicado de motas blanquecinas. El tronco es corto y a veces zigzagueante, y la corteza, de color grisáceo, presenta pequeñas fisuras al envejecer. La savia de la tevetia amarilla es tóxica; tanto es así, que ni las plagas ni los animales la atacan.

Sus hojas son perennes, enteras, coriáceas y alternas, pero girando sobre el tallo. De color verde brillante, su lámina es lineal y alargada (suelen medir entre 6 y 15 cm de longitud y entre 0,6 y 0,8 cm de ancho), la nerviación lateral apenas es perceptible y el pecíolo es muy corto. Estas hojas, al caer, dejan pequeñas huellas o cicatrices en las ramas.

Las flores de la tevetia amarilla, que desprenden una suave fragancia, son de color amarillo y tienen forma acampanada; suelen colgar sobre pedúnculos largos al final de las ramas y están compuestas por 5 pétalos superpuestos que se abren en espiral (la corola mide entre 4 y 6 cm de longitud) y un cáliz glanduloso en la base. Su prolongada floración tiene lugar desde la primavera hasta finales del otoño, razón por la cual las flores y los frutos de este arbolito coinciden en las ramas. 

El fruto es una drupa de curiosa apariencia, pues se asemeja a una irregular figura rómbica de unos 4 cm de largo. Es de color verde, pero al madurar se torna en negro mate, y en su interior se encuentran dos semillas redondeadas y leñosas. Hemos observado que basta tan sólo con tenerlas 18 horas en remojo, para que las semillas activen su mecanismo de germinación.

Hasta noviembre de 2010 hemos plantado ejemplares de tevetia amarilla en los lugares siguientes:

El 19 de junio de 1993, en la Bda. Ntra. Sra. de la Oliva.

El 21 de septiembre de 2003, en el parque José Celestino Mutis.

El 22 de febrero de 2005, en los jardines del Centro Cívico Esqueleto.

El 26 de febrero de 2006, en el parque de Utrera.

El 10 de junio de 2007, en el Arboreto del Club de Campo.

La tevetia amarilla en la Bda. Ntra. Sra. de la Oliva

La flor de la tevetia amarilla.

Los frutos de la tevetia amarilla

10-06-07 Plantación de una tevetia amarilla en el Club de Campo

19-06-93 Plantación de una tevetia amarilla en la Bda. Ntra. Sra. de la Oliva. Celebración del Día del Barrio.

Plantación de un guayabo en el Jardín Americano

Las asociaciones Amigos del Parque del Alamillo y Amigos de los Jardines de la Oliva visitaron conjuntamente el Jardín Americano de la EXPO`92 para plantar un guayabo (Psidium guajava L.) procedente del vivero de La Oliva. En el acto de plantación estuvo presente el director-gerente Curro Oñate. Posteriormente realizamos una visita guiada en la que tuvimos ocasión de recolectar semillas del Celtis tala Gillies ex Planch, único ejemplar que existe en nuestra ciudad, para que una vez que germinen y se desarrollen los arbolitos en el vivero de La Oliva,  podamos plantarlos en los colegios y parques de Sevilla.

Entrada del Jardín Americano

Vista del Jardín Americano desde la pasarela instalada sobre el río Guadalquivir.

Antes de la plantación leímos las características del guayabo.

Tras la plantación del guayabo, un instante para el recuerdo.

Los plantones del guayabo.

El tecoma amarillo

El tecoma amarillo de la barriada de la Oliva.

El tecoma amarillo es un arbusto o arbolito que está poco extendido por Sevilla; que sepamos, hay un ejemplar en el Jardín Americano de la Isla de la Cartuja y otro que plantamos con los alumnos del colegio Manuel Canela el día 4 de noviembre de 2009 en la barriada Nuestra Señora de la Oliva, concretamente frente al bloque 16. Los primeros plantones de tecoma amarillo llegaron a nuestra ciudad a través del Programa Raíces de la EXPO`92, donados por Colombia, donde se conoce popularmente como chirlobirlo, y por Ecuador, donde es conocido como cholán. Su nombre científico es Tecoma Stans (L.) Juss. ex Kunth. y pertenece a la familia de las Bignoniáceas. Es originario de México, pero se ha extendido y naturalizado tanto por el sudeste de los Estados Unidos como por Centroamérica y por las vertientes andinas de Sudamérica hasta el norte de Argentina. Su crecimiento suele ser rápido, y si el ejemplar está aislado o bien situado puede alcanzar hasta 8 metros de altura. Su copa, formada por numerosas ramas largas y delgadas, es casi redonda. Su tronco, bastante recto, suele ramificar desde la mitad del mismo, y su corteza, que es de color blanquecino grisáceo, presenta grietas longitudinales. El tecoma amarillo muestra una gran tolerancia ecológica para sobrevivir, es decir, que se adapta tanto a las condiciones climáticas variables como a los terrenos áridos.

Sus hojas suelen ser caducas o semicaducas, dependiendo del paralelo terrestre o de la altura en que se encuentre; en Sevilla, si el invierno ha sido frío, suele desfoliar durante dos o tres semanas. Además, sus hojas son opuestas y compuestas imparipinnadas, lo que quiere decir que al final de su raquis acanalado disponen de un solo un folíolo. Cada hoja mide entre 15 y 25 cm de largo, tiene un largo pecíolo de algo más de un decímetro y está formada por de 5 a 13 folíolos de forma lanceolada y con los bordes serrados.

Las flores del tecoma amarillo, de unos 5 cm de largo y de un color amarillo vivo, tienen un pequeño cáliz semejante a una cúpula de entre 4 y 7 mm de largo y una corola de forma tubular acampanada con cinco lóbulos semiesféricos y siete líneas rojizas en la garganta; disponen además de 4 estambres inclusos (es decir, que los estambres son más cortos que el perianto) y de un ovario de tipo bilocular (con dos cavidades). La floración tiene lugar durante los meses de verano, en los que las flores dispuestas en racimos terminales se van abriendo paulatinamente.

Su fruto es unas silicua (o sea, una vaina dehiscente) cilíndrica y alargada, que mide entre 7 y 20 cm de largo por 0,5 cm de ancho, y que se abre antes de caer para esparcir las semillas; dichas semillas, de forma aplanada, color blanquecino y con alas translúcidas, miden de 14 a 18 mm de largo por 5 mm de ancho.

Pinche en la categoría Árboles de América para ver más árboles americanos plantados por la Asociación Amigos de los Jardines de la Oliva.

La Oliva en flor (XI)

Publicamos nuevas fotografías de las plantas en flor de los jardines de la barriada de la Oliva:

SAUZGATILLO (Vitex agnus-castus L.), jardín frente al bloque 35, junio de 2010.

Flores del sauzgatillo.

MORERA DE PAPEL (Broussonetia papyrifera (L.) Vent.), zona de albero frente al bloque 25, abril de 2010.

Amentos de la morera de papel.

CELINDA (Philadelphus coronarius L.), jardín a la entrada del bloque 8, abril de 2010.

Flores de la celinda.

PITÓSPORO (Pittosporum tobira Ait.), jardín lateral del bloque 52, mayo de 2010.

Flores del pitósporo.

Pinche en la categoría La Oliva en flor para ver todas las fotografías.

La Oliva en flor (X)

Continúa el reportaje fotográfico.

ESPIREA (Spiraea cantoniensis Lour.), jardín detrás del bloque 21, marzo de 2010.

Flores de la espírea.

FOTINIA (Photinia serratifolia (Desf.) Kalkman), jardín frente al bloque 29, marzo de 2010.

Flores de la fotinia.

NARANJO AMARGO (Citrus aurantium var. amara L.), jardín del bloque 6, marzo de 2010.

Azahares.

TARAJE BLANCO (Tamarix africana Poiret), jardín detrás del bloque 19, marzo de 2010.

Flores del taraje blanco.

Pinche en la categoría La Oliva en flor para ver más fotografías.